Cuando yo salí de aquí dejé mi guagua en la cuna, creí que la mamita Luna me I'iba a cuidar a mí, pero como no fue así me lo dice en una carta pa'que el alma se me parta por no tenerla conmigo; el mundo será testigo que hei de pagar esta falta.
La bauticé en la capilla, pa'que no quedara mora; cuando llegaba la aurora le enjuagaba las mejillas con agua de candelillas que dicen que es milagrosa. Mas se deshojó la rosa; muy triste quedó la planta, así como la que canta su pena más dolorosa.
Llorando de noche y día se terminarán mis horas, perdóname, gran señora, digo a la Virgen María no ha sido por culpa mía, yo me declaro inocente, lo sabe toda la gente de que no soy mala maire, nunca pa'ella faltó el aire ni el agua de la vertiente.
Ahora no tengo consuelo, vivo en pecado mortal, y amargas como la sal mis noches son un desvelo; es contar y no creerlo, parece que la estoy viendo, y más cuando estoy durmiendo se me viene a la memoria; ha de quedar en la historia mi pena y mi sufrimiento.