Pa' cantar de un improviso se requiere buen talento, memoria y entendimiento, fuerza de gallo castizo. Cual vendaval de granizos han de florear los vocablos, que han de asombrar hasta al diablo on muchas bellas razones como en las conversaciones entre San Pedro y San Pablo.
También, señores oyentes, se necesita instrumento, muchísimos elementos y compañero elocuente. Ha de ser buen contendiente, conocedor de la historia; quisiera tener memoria para entablar desafío, pero no me da el sentío pa' finalizar con gloria.
Al hablar del instrumento diríjome al guitarrón, con su alambre y su bordón: su sonoro es un portento. Cinco ordenanzas le cuento, tres de a cinco, dos de a tres, el clavijero a sus pies, la entrastadura elegante. Cuatro diablitos cantantes debe su caja tener.
Y pa' cantar a porfía habrá que ser tocadora, arrogante la cantora para seguir melodía, garantizar alegría mientras dure el contrapunto, formar un bello conjunto, responder con gran destreza: Yo veo que mi cabeza no es capaz para este asunto.
Por fin, señores amables, que me prestáis atención, que habéis hallado razón de hacerle quite a este sable: más no quiero que se entable contra mí algún comentario : pa' cominillo e' los diarios sobran muchos condimentos. No ha de faltarme el momento que aprenda la del canario.