Puerto Montt está temblando con un encono profundo es un acabo de mundo lo que yo estoy presenciando a Dios le voy preguntando con voz que es como un bramido por qué mandó este castigo responde con elocuencia se me acabó la paciencia y hay que limpiar este trigo.
Se me borró el pensamiento mis ojos no son los míos puedo perder el sentido de un momento a otro momento mi confusión va en aumento soy una pobre alma en pena ni la más dura cadena me hubiera afligido tanto ni el mayor de los espantos congela así las venas.
Estaba en el dormitorio de un alto segundo piso cuando principia el granizo de aquel feroz purgatorio espejos y lavatorios descienden por las paredes. Señor, acaso no puedes calmarte por un segundo y me responde iracundo: pa'l tiburón son las redes.
No hay palabras en el mundo para explicar la verdad ni talento en realidad pa penetrar en profundo qué viento más iracundo qué lluvia tan alarmante qué pena tan abundante quién me da la explicación sólo el sabio Salomón pero se halla tan distante.
Del centro salté a la puerta con gran espanto en el alma rogando por una calma pero el temblor va en aumenta. Todo a mis ojos revienta se me nubla la cabeza del ver brincar en la pieza la estampa de San Antonio diciendo: muera el demonio que se anda haciendo el que reza.
La mar está enfurecida la tierra está temblorosa qué vida tan rencorosa lo trajo la atardecida con una angustia crecida le estoy pidiendo al señor que detenga su rencor tan sólo por un minuto es un peligro este luto pal alma y el corazón.
Así fue señores míos la triste conversación que en medio de aquel temblor sostuve con el divino cuando pasó el torbellino de la advertencia final bajito empezó a llorar mi cuerpo resucitado diciendo Dios'tá indignado con la culpa terrenal.
Me aferro con las dos manos en una fuerte manilla flotando cual campanilla o péndulo disparado qué es esto mi Dios amado dije apretando los dientes pero él me responde hiriente pa'hacer mayor el castigo para el mortal enemigo del pobre y del inocente.