Nadie debe juzgar a otra persona Por la paja que ve en ojo ajeno Si primero de su ojo no ha sacado La gran viga que lo mantiene ciego.
El que juzga debió haber superado Los errores tan propios del humano Debe ser tan perfecto como Dios Para exigir tal perfección de sus hermanos.
Mas mi Jesús nos da la regla de oro No juzguéis y no seréis juzgados Pues con la misma medida que tu midas Serás medido en todos tus pecados.
Mas si tú ves a alguien que ha fallado No lo acuses con índice de fuego Intercede ante el Señor en oraciones Y vé a buscarle a exhortarle luego.
No te olvides que vamos caminando Y el camino se acaba con la muerte De manera el que piensa que está firme Cuide sus pasos, pues no avisan la caída.
Yo no quiero que los que corran caigan Lo que quiero es que a la meta todos lleguen Los que no caen, no quiero que tropiecen Los que tropiecen, no quiero que se queden.
Por eso yo si miro algún caído No lo acuso pues hago por levantarlo Y no es que yo estoy pensando en mi caída Pero si caigo, en vez del pie, dame la mano