Cuántas veces en la vida nos sentimos amargados, sin más fuerzas que el aliento que te ayuda a no morir. Cuando todo se nos niega y hasta el ser que más amamos se nos va con el consuelo de tener con quien sufrir. Una noche de mi vida cuanto más había soñado me gritó que había muerto su cariño para mí. Golpeé con rabia su puerta, la llamé desesperado, porque allí quedaba toda mi razón para vivir.
Descorazonado... Vi rodar el mundo deshecho a mis pies. Y en esa angustia de desesperado, ¿quién piensa en la dicha de otro querer? Descorazonado... Rodé por las calles pensando morir. Y ahora que todo el mal rato ha pasado, te digo que vale la pena vivir.
Cuando ya, ni de la gente ni del mundo me confiaba, cuando todo era tan triste, tan oscuro para mí. Cuando este dolor tan mío como garra se clavaba, otro amor llegó a mi vida, hoy he vuelto a sonreír. Es por eso, si algún día te sentís desengañado, y al pensar que estás deshecho, el dolor te hace reír; no te olvides que una noche yo también desesperado no encontraba más consuelo que un rincón para morir.