Ni los Campos Elíseos, ni el alegre boulevard, No verán ya los luceros de tus ojos verdemar. Hoy el viejo organillero con dolor calla frente a tu ventana su canción ya la Parca te dio cita... y sé que no faltarás. Linda y buena francesita, vos igual que Margarita, llevabas en tu vida, signo fatal.
Arlette, no sé por qué tu nombre tiene para mí Arlette, la misteriosa poesía del sufrir. Yo te he visto pensativa muchas noches en la mesa del bar, y tus ojos se perdían en distancias, que cruzaban el mar. Arlette, yo nunca quise que supieras mi pasión. Arlette, no sé: por qué calló mi pobre corazón. Arlette, mas hoy que sé tu triste fin a tu recuerdo confiaré mi gran amor.
Cuando nieve su tristeza en el bar, el acordeón, te veré siempre en la mesa con tu copa de licor. Y veré tus labios tristes aletear, ya conocidos, de hablar solos y fumar. Y la copa de mi vida se llenará de dolor. Recordando tu partida y tu imagen tan querida que tanto amó en silencio, mi corazón.