Muchachos, esta muerte que no cesa mostrĂł nuestras carencias de fantasmas, llamándolo entre espĂritus, perdemos: nos pesa el cuerpo estĂşpido en el alma.
Y un piano entabacado, mistongo y candombero, dirá: "¡Chau, Flaco lindo!" con penas de marfil, y cuando al alba giman danzando los espectros, se sonreirá su barba colgada en el atril.