En las mugrientas esquinas de Liniers pierdo los días pues no me toca escapar. El gran apego a lo ilusorio se refleja en la vidrieras de un trucho centro comercial.
La idolatría populosa se dibuja en largas filas para adorar y no pensar. La piedra muerta del desvío falsamente milagrosa sigue ocultando la verdad.
Insatisfechos, renegados que se niegan a si mismos, faltos de calma y de piedad.
Ellas tambien gozan mostrándose inocentes, son arpías, esclavas del televisor, Viven pensando en lo externo, son adictas a la vida buscan billetes y pasión.
Sólo transmito lo que observo, no es una invención de mi mente, no. Esto acontece cuando contemplo el presente en las calles de Liniers.
Mas cuando el sol, mi fiel testigo, da de lleno en el asfalto y derrite el alquitrán Los fermentos nauseabundos de la basura estancada entorpecen mi pensar.
En la esquina un policía está peleando con su hembra; pues esta nunca le fue fiel bajo el paso de las vías los mendigos se revuelcan muy pocos los quieren mirar
Y la inverbe horda humana que desciende de los trenes, desesperada y alocada Contamina mi cabeza y busco amarlos como sea para no volver jamás.
Sólo transmito lo que observo, no es una invencion de mi mente, no. Esto acontece cuando contemplo el presente en las calles de Liniers.
En las calles, en las calles, en las calles de Liniers.