Volvamos a juntar los labios como ayer ya el odio y el rencor pasó. Sin salvación el corazón perdimos y por un triste callejón nos fuimos. Hablé fuera de mi, la duda pudo más y el llanto nos hundió a los dos esa boca austera, falsa y embustera que sembró la intriga y nos traicionó.
¿No es verdad, corazón que me quieres? Dímelo, si lo leo en tus ojos que sepan de tu boca que soy yo el único cariño que el alma te encendió. Por piedad diles tú y que escuchen esas gentes que intrigan mi amor que eres mía hasta morir y éste amor no han de sentir porque viven sin alma y sin Dios.