Tango de dulce expresión... Tango malevo y compadre; dejá que en tu honor me cuadre dominao por la emoción... Tango que abrís tentación con tu rezongo porteño, ese compás tan risueño que marcás en tu asentada es caricia y puñalada, flor amarga y ensueño.
Tango de triste gemido hermano del malevaje... Cómo has cambiado de traje mi viejo tango querido... Del arrabal has surgido y al fin te llaman Señor; tango brujo engrupidor... ¿Qué virtud llevás contigo que hasta tu propio enemigo te reclama en su dolor?...
Conozco tu primer huella y te he visto en el suburbio cuando en la faz del disturbio comenzabas a hacer mella... Hoy, ya nadie te atropella porque es lujoso tu tren, y andás entre gente bien metido en el extranjero, pero sos arrabalero por más vueltas que te den.
Por vos, cayó pervertida la mujercita inocente y solloza amargamente la pobre madre querida... Por vos jugaron su vida los taitas del arrabal poniendo en juego el puñal en más de un bailongo reo, por disfrutar el trofeo de bailarín magistral.
Melancólico viajero... tango canyengue y glorioso, mezcla de amor y sollozo y de dichas mensajero... Tango lindo y callejero tan mimado y compadrón, sos queja de bandoneón, remedio para el esplín, sos guitarra y sos violín zarandeando una emoción.
No olvides tango querido que nunca supe ofenderte, y que al llamarme la muerte me despidas complacido. Tu funerario gemido como un toque de oración, será la fiel bendición en mi latido postrero, orgullo de mi nación viejo tango arrabalro.