Nosotros somos los que vimos todos los milagros del maestro Jesucristo. Nosotros somos los testigos de su realidad y de su poder infinito. Somos los discĂpulos.
El sol brillaba sin compasiĂłn. Y todo el pueblo nos perseguĂa. Y le mostraron a mi JesĂşs aquel señor sentado en la esquina. El pobre ciego no imaginaba quien era aquel que se le acercaba. Saliva y barro JesĂşs mezclaba. Y allĂ en sus ojos Él se la untaba. Y de pronto el ciego aquel pudo ver. Tan sĂłlo por su fe.
Se preguntaban Martha y MarĂa, que está pasando con nuestro hermano. Ellas pensaban que allĂ dormĂa, pero no estaba ni respirando. JesĂşs y Lázaro eran amigos. Y al enterarse lo vi llorando. CorriĂł a su lado yo fui testigo. Le dijo Lázaro sal andando. Yo lo vi resucitar esa vez. Él vive por su fe.