Me someto a tu malicia como quien profesa un credo, no me quedan mĂĄs esquemas que las reglas de tu juego. Bailo al son de tus caprichos, dices negro y digo negro, no te llevo la contraria porque no deseo hacerlo.
Vas a acabar con mis dĂas y mis noches, asesina, asesina de mi vida.
Tu crueldad es una esponja que succiona mi cerebro, me torturas lentamente con tu corazĂłn de hielo. No tienes la sangre frĂa, que eso es tener sangre al menos, lo que corre por tus venas es dulcĂsimo veneno.