Siendo yo niño, murió mi padre en una pelea. Valiente como el que sea, o tal vez más, digo yo…
Y de su vida quedó, que se quebró de raíz, de aquel buen tiempo feliz, cinturón, bolas preciosas, carteras y, entre otras cosas, un hermoso poncho gris.
Lindo poncho de verdad que recuerdo con cariño, y era en mis sueños de niño imagen de quien no está. Si existe quién lo usará, hoy me digo, si me pierdo, si mando un recuerdo lerdo, poncho, por dónde andarás; llego a pensar si serás sólo el sueño del recuerdo.
Poncho, por qué te has perdido en las vueltas de la vida, como la vida perdida de aquel varón elegido, cuyo recuerdo encendido quiebra la voz cimarrona de nostálgica persona de sien y cabeza cana, alto el sol de la mañana, estas décimas entona.
Otros ponchos he tenido en la vida y la tarea, tela fina, tela fea, ponchos que he usado y querido. Año tras año he vivido andando y andando tanto, y si afronté sin espanto priedo y dolor cual mi padre, otro no hallé que me cuadre como ese poncho que canto.
(Los textos en cursiva corresponden a partes recitadas)