Si arrastré por este mundo la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser. Bajo el ala del sombrero cuantas veces, embozada, una lágrima asomada yo no pude contener... Si crucé por los caminos como un paria que el destino se empeñó en deshacer; si fui flojo, si fui ciego, sólo quiero que hoy comprendan el valor que representa el coraje de querer.
Era, para mí, la vida entera, como un sol de primavera, mi esperanza y mi pasión. Sabía que en el mundo no cabía toda la humilde alegría de mi pobre corazón. Ahora, cuesta abajo en mi rodada, las ilusiones pasadas yo no las puedo arrancar. Sueño con el pasado que añoro, el tiempo viejo que lloro y que nunca volverá.
Por seguir tras de su huella yo bebí incansablemente en mi copa de dolor, pero nadie comprendía que, si todo yo lo daba en cada vuelta dejaba pedazos de corazón. Ahora, triste, en la pendiente, solitario y ya vencido yo me quiero confesar: si aquella boca mentía el amor que me ofrecía, por aquellos ojos brujos yo habría dado siempre más.